sábado, 6 de marzo de 2010

Cocina fría para el aula



Primer día de prácticas de cocina, comenzamos nuestra aventura en la cocina literaria y qué mejor forma de hacerlo que de la mano de los textos cervantinos del Quijote. Las recetas que vamos a trabajar se basan en productos mencionados a lo largo de la novela. Mi compi y yo, del IES Francisco de los Ríos natural de Fernán Núñez (todo un placer, encantadas de conoceros), vamos a ello porque nos están repartiendo los delantales y gorritos y nos quedaremos sin ellos.

Ya los tenemos, pero los colores dentro de la cocina son maravillosos, los verdes, los naranjas, los rosas, y nuestro blanco inmaculado de los delantales y nuestros gorritos nos introducen en un nuevo mundo... un mundo ficticio a la par que sensitivo, ya que a los olores, colores y por supuesto, sabores, hay que añadir las voces que retratan fragmentos de nuestra obra magna literaria,La historia del Ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, trasportándonos a las comidas que compartían el escudero Sancho con su fiel señor Don Quijote.

Comenzamos con la pipirrana, una comida fría que hará las delicias de nuestro verano, si en algún momento llega, o tendremos que imaginarnos su llegada, al igual que don Quijote imagina la figura amada, Dulcinea del Toboso. Por lo pronto, la pipirrana que tenemos delante no es imaginación, sino realidad.

Las recetas van siendo fáciles, o así nos lo hacen creer; por ahora, todo sale con buen aspecto y los olores empiezan a impregnar la habitación: naranja, bacalado de "Bilbado", tomate y ajito, además de todas las plantas olorosas que se llevan de una mesa a otra dejando su propio rastro. Como ocurre con el remojón granadino, que nosotros no nos lo comeremos en un venta- castillo por medio de una armadura como don Quijote, sino más bien, entre nuestras mesas y risas.

Con la mazamorra, hemos echado de menos a Ricote disfrazado de morisco porque nos hubiera invitado a un buen trago de su bota de vino, sin embargo, el hecho de aprender una nueva y tradicional receta, suple el gustillo del rioja.

Y terminamos con los platos dulces, con un confitura de frutas y un buen mazapán. No cabe duda de que el dulce no sólo ha sido en los platos... menos mal que todavía nos quedan más sesiones.

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